lunes, 2 de junio de 2014

Anne Bonny.

Bienvenidos a Nueva Providence, un lugar en el que nunca había luna porque baja cada noche a follar con alguna dama, y a cantar que no sabía por quién morir de amor. Esta isla era hogar para las putas, el ron, y los piratas que no poseen corazón, e intentaban arrancarlo a sus enemigos para conseguir llenar aquel vacío.

 En la única taberna de ese lugar, se encontraba  la pirata más temible y violenta que el mundo pudo presenciar en el siglo XVll. Su nombre llegaba desde las mareas inglesas hasta los puertos caribeños. Decían que ella sí que tenía corazón, pero quizás nunca llegó a amar a nadie y por eso, sonreía tanto cuando poseía los sentimientos de las personas en la palma de su sucia mano. Estaba sentada en la barra, con el ron apoyado en la mesa, y un puro entre los cálidos dedos de su mano derecha. Alzaba la vista cada cinco minutos a su único aliado de aquella noche, para pedir otra jarra y contarle que ayer vio una sirena cantando su nombre, creando así la típica advertencia del tabernero que nunca se cumplía: “ésta es la última que te pongo”. Ella le miraba de nuevo, con esos ojos de mar que prendían fuego, y le gritaba que no estaba borracha, sino triste de amor. El tabernero limpió un par de vasos más y le dedicó una mirada que según ella decía: “No sé qué haces en esta mugrienta taberna llena de piratas borrachos y malolientes. He oído deslumbrantes leyendas contadas por grandes piratas, destrozaste los muros de la piratería, navegaste viento en popa hacia un lugar de la nada y volviste plagada de historias que siempre serán recordadas. Abandonaste tu hogar, llevándote a vagabundear por las miserias de otros, te casaste con James Bonny y huiste con Calico Jack en busca de un amor que todos desean encontrar. Él te amaba, lo sabías, y tú, tan solo le querías como cuando un niño quiere a su muñeco, y eso es lo que ocurre contigo, te parecen todos juguetes de trapo y no consigues amarlos como ellos te aman a ti. Te enamoraste de Mary Read, y ella pudo llenar por un tiempo con amor y amistad tu corazón vacío, que empezó a acabar cuando luchasteis espalda contra espalda contra enemigos, y presenciaste su muerte en las rejas de aquella mugrienta celda. Tuviste la valía suficiente de haberte escapado de la horca,-Dios sabe cómo,-y te presentas aquí sin saber qué hacer con tu vida a los veintiún años de edad. Te has reído de la muerte, has meado en la boca de Cupido, incluso has llegado a  escupir en la cara a todos aquellos que dijeron que ninguna mujer podría hacer lo que un hombre, y has peleado como nunca antes he visto pelear a nadie. No sé donde están los corazones de todos estos piratas que vienen a beber a mi taberna, sé que mi corazón está ahogado en estos vasos de ron, pero ¿dónde está el tuyo, Anne Bonny?”

 La joven muchacha oyó lo que quería oír, nunca pensó que aquel hombre le echó una mirada que pedía que le pagase tras haberse bebido aquellas cinco jarras. Bonny se levantó sonriente, cogió su sombrero colocándose el puro entre los labios mientras escuchaba gritar al tabernero que solo le había pagado un trago. El buen hombre corrió hacia ella, y le agarró el hombro haciendo que ese gesto fuese lo último que hiciese en aquella noche. Notó como la joven pirata le había estampado una botella de cristal en la cabellera. Se cayó al suelo creando un silencio estremecedor en el lugar, y antes de cerrar sus ojos, pudo oír la voz de un demonio de mar que gritaba:

“¡Soy Anne Bonny, hijos de puta!”


Bienvenidos a Nueva Providence, un lugar en el que nunca hay luna, porque dicen que una vez se enamoró, y cantó a las sirenas que ya había decidido por quién morir de amor.