sábado, 16 de marzo de 2013

El cuento de los locos.

Soy una cenicienta que no necesitó un hada para cumplir sus sueños, una Bella fea que enamoró a una Bestia hermosa, una Alicia que se comió al conejo por mencionar que se nos acababa el tiempo. Soy una Pocahontas que mató John porque no se fiaba de su 'Te quiero', una Blancanieves que se reveló y no mordió la manzana, una Ariel que se enamoró de un pez. Soy una Wendy que vivió eternamente con Peter Pan, una Bella durmiente que cuando despertó, volvió a soñar. Un hada que mintió a pinocho, una campanilla inmune al 'no creo en las hadas' del Capitán Garfio. Soy una Rapuncel que se cortó el cabello, una Dori que lo único que no olvida es la amistad, una Fiona que se fue con Asno.

Mientras que tú, eras el simple e irrepetible 'Erase una vez' que comenzaba mis mil y una historias.




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El teatro de los sueños rotos.

La realidad devora mis ganas de seguir persistiendo como si se tratase de una manejable marioneta de porcelana con una gran sonrisa en su rostro opaco, triste, y sin vida. Las luces tintinean y el espectáculo comienza mientras yo tan solo quiero cesar mis ojos y desaparecer, tal y como hizo mi esperanza, que arrastró la sombra de lo que un día fui.
Me siento como una lunática sin locura, un ángel sin alas, una risa sin sonido, algo abstracto para la realidad, algo eclipsado en sueños que camina descalza entre piedras.
Ya no tengo nada, mi presencia se disipa tras cada latido, mi sonrisa se borró ante todo, la sombra me abandonó al entrar en la oscuridad.
Y mi alma, como mis ganas, se las he vendido al diablo.




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miércoles, 13 de marzo de 2013

Querida sombra, no me abandones.

Las lágrimas saladas difuminan la sonrisa que días atrás había expuesto a la luz. El interior amargo expone sus sentimientos más opacos y melancólicos. El alma bosteza sin querer elevar los párpados hacia mi realidad cegadora, triste, rabiosa...
La impotencia recorre los hilos de la coherencia, obligándome a tener la certeza del error. El vapor de la habitación inunda mis ojos, el agua cálida comienza a entumecer mi cuerpo que parece acompañar la actitud frágil de mi desnudo espíritu.
Aprieto las rodillas sobre mi pecho haciendo notar mi presencia. El grito de desesperación resonó entre en silencio con la intención de hacerle girar el rostro al sereno rey, que ahora yacen sus recuerdos en las cicatrices de mi espalda. Dirijo la mirada hacia el desagüe logrando distinguir mis lágrimas negras entre la vastedad de sentimientos dominados por la melancolía.

Me quedo débil, desnuda, eclipsada, mostrando mi tristeza a la soledad.
Y entre lágrimas oscuras, acuno mi sombra temiendo a su abandono tras volver a regresar a la oscuridad.






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sábado, 9 de marzo de 2013

El verbo morir.

¿Qué sucederá cuando cese mis párpados para no elevarlos más? La vida continuaría, tan solo sería una muerta más que evitó hacer reír al Diablo con sus recuerdos. Tan solo sería momentos vividos, una mota de polvo en el universo. Olvidarían todo lo que soy, y simplemente recordarán el pasado, lo que un día fui. ¿No resulta insultante? Justamente un segundo antes de tu muerte eres una persona maravillosa, pero al pasar por el río Estigio, ya te conviertes en ese 'era alguien maravilloso', como si en una milésima de segundo todo lo que fuiste se hubiera disipado tras tu esencia. 
Pero, ¿que hay de los recuerdos? ¿Por qué son pasado si los tienes presente? ¿Por qué la gente te empezará a describir como si fueses un viejo televisor que alegraba la vista? ¿Acaso no estás vivo en su mente? Sé que no pondrán mi nombre a una calle, probablemente será olvidado y habrá arrastrado la huella frágil de mi vida para dar paso a otras, que poco a poco se harán muertes. No temo a la muerte, sino a la oscuridad. Temo al momento en el que todos mis recuerdos se conviertan en polvo, cuando toda la gente que me conocía estarán hechos de la misma materia que yo; almas. Entonces, ¿quién oirá mi nombre? ¿quién sabrá quien soy? Nadie recuerda las vidas de otras personas, todo el mundo se queda en el olvido, no existe la inmortalidad para gente como nosotros. ¿Que haríamos? ¿Alzaríamos las manos para rogar a Dios, o encenderíamos dos velas para el Diablo?