sábado, 16 de marzo de 2013

El teatro de los sueños rotos.

La realidad devora mis ganas de seguir persistiendo como si se tratase de una manejable marioneta de porcelana con una gran sonrisa en su rostro opaco, triste, y sin vida. Las luces tintinean y el espectáculo comienza mientras yo tan solo quiero cesar mis ojos y desaparecer, tal y como hizo mi esperanza, que arrastró la sombra de lo que un día fui.
Me siento como una lunática sin locura, un ángel sin alas, una risa sin sonido, algo abstracto para la realidad, algo eclipsado en sueños que camina descalza entre piedras.
Ya no tengo nada, mi presencia se disipa tras cada latido, mi sonrisa se borró ante todo, la sombra me abandonó al entrar en la oscuridad.
Y mi alma, como mis ganas, se las he vendido al diablo.




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