jueves, 20 de noviembre de 2014

Condicionales.

Hoy me han preguntado qué quiero hacer antes de morir. Me he reído porque no sabía qué contestar y segundos después he parado en seco porque tampoco sabía qué contestar. Al estar con el cejo fruncido no sé cuanto tiempo, aquella persona me ayudó diciendo que escogiese tres hechos, aunque poniéndome un límite empeoró aún más las cosas.
Al llegar a casa y comer dos huevos fritos, me he sentado en el sofá pensando durante minutos mientras mi hermano ponía un capítulo de una serie y caí en la primera: cruzar en semáforos rojos.
Parecerá un poco estúpido, yo también lo soy, pero en qué clase de montaña rusa estoy montada. Más bien parece un viaje en tren recto sin curvas ni subidas. Es decir, me gusta mi vida, sí. Pero necesito que haya más semáforos en rojo y cruzar a la otra acera de la ciudad. A veces pienso que quizás nunca he pasado por una carretera que me haga sentir más viva aún y que lo único emocionante que he hecho es escaparme dos horas antes del instituto sin que me vea el conserje.
Cuando vi los créditos del capítulo que habíamos visto y mi hermano cogió el mando para pasar al siguiente, pensé en lo raro que sería cruzar aquellos semáforos sin alguien riéndose a mi lado. Me imaginé la situación con muchísimos conocidos,-puesto que una risa no suena igual cuando estás con distintas personas-y escogí tres con las que me veía extremadamente feliz.
Después fui a lavarme los dientes y allí me miré directamente a los ojos en el espejo. Apenas me miro así, salvo cuando quiero saber si miento o digo la verdad, o si quiero darme ánimos o hacerme llorar.
Traté de ver mi casa pero no sabía dónde situarla. <<¿Playa o montaña?>> Pensé y me recordó tanto a Thelma y Louise que di con la clave: una auto-caravana.
Parecerá una utopía, quizás lo sea, pero mi sonrisa se agrandó más de lo habitual y supe que si ahora mismo alguien dijese que mi vida terminaría en un mes haría todo lo elegido.

Me senté en el váter y juro que llegué a oír las olas del mar. Sería de noche. Yo estaría tratando de dormir y mi acompañante o sacándose los mocos, o dibujando, o riéndose sin parar por algo que yo no entendería. Posiblemente tendríamos una mascota que siempre nos pedirá comida y lo o la llamaremos Scar. 
Me enjuagué la boca y me entró frío. Seguramente el mismo frío que tendríamos al irnos a desayunar a una cafetería de un pueblo perdido en la montaña (me juego la cabeza a que nosotros también estaríamos perdidos). Se oirían los pájaros y la gente en la plaza como si viviesen en otra época. Compraríamos algo para estar allí unas cuantas semanas y nos iríamos a ver las estrellas en cuanto se hiciera de noche. <<Madre mía, estás sí brillan de verdad>> Diría mi acompañante y yo me lo tomaría como una metáfora.

Me sequé la cara y desperté mi ilusión. <<Eso sí que es una montaña rusa>>me dije yendo para mi habitación. He hablado con aquella culpable de esta tarde tan pensativa y le he contado mis planes. Ella se ha quedado mirándome y ha preguntado si eso me hará feliz. Sonreí y dije que sí. Pareció que no se fió de mi sonrisa puesto que me volvió a decir que la gente cambiaba y que puede que cuando esté en una casa fija con ochenta años y me volvieran a preguntar que qué haría antes de morir cambiase de respuesta.
Aquella muchacha me había vuelto hecho pensar pero sonreí enseguida y dije:
-Quizás. Aunque, quién sabe, también quizás una noche me escape con la silla de ruedas y mi compañero a la otra punta del mundo.

La chica me miró con tristeza. Creo que veía a una aventurera sin aventura sentada en un tren con un rumbo fijo y sin cuestas. Pero yo me la imaginé dentro de sesenta y tres años sentada en su sofá viendo una telenovela y con la cama hecha y la miré con más tristeza aún.
Ella tendría nietos, sí. Pero cuando se sentasen todos en Navidad, los familiares le preguntarían por la salud y los más pequeños le pedirían el aguinaldo.
Sin embargo, los míos me regalarían un viaje y mis nietos me preguntaría sobre mi vida. Tendría historias que contar sobre los semáforos en rojo que crucé y ella de los que se quedó esperando a que se pusiese en verde.


3 comentarios:

  1. Me ha encantado. No dejes de escribir.

    ResponderEliminar
  2. Siempre que te leo me da la sensación de que estoy leyendo un libro. Y es de las mejores sensaciones de la vida.

    ResponderEliminar