Me hubiera gustado saber
dónde me encontraba aquella noche. Me desperté con vaho en mis ojos en una
habitación sin armario, sin libros ni siquiera folios; solo estaba la cama en
la que había dormido no sé cuántas horas, una ventana y el envoltorio de una
pizza vegetariana casi entera.
Sin embargo, nunca lo
descubriré. Solo sé que no eras tú la que estaba durmiendo a mi lado. La
respiración de aquella mujer rubia y en sujetador no era la tuya. El colchón
cómodo y sin edredón tampoco era el tuyo. Aquel olor de la almohada no era la
colonia con la que me abrazabas. “Aunque para qué mentir, yo tampoco era tuya”-dije
mintiéndome.
Bostecé un par de veces, me
levanté y me puse un jersey que no era el mío. Antes de coger un trozo de pizza
y salir por aquella puerta, miré a la rubia del sujetador de lunares pensativa
e ingenua. “Espero no haberle atracado el corazón y que ni siquiera me acuerde”
me dije. Aunque me consoló pensar que tan sólo le había robado las bragas.
Bajé a la calle y el vaho de
mis ojos se condensó en el aire. Hacía mucho frío y solo había gatos bajo las
farolas. Caminé despacio para pensar más tranquila, pero tras doblar la esquina
me senté en el bordillo de la carretera, miré las estrellas y lloré.
-No quiero morir triste-me
ahogué entre mi súplica y los mocos.-Por favor, no quiero…
Me comí el trozo de pizza
lleno de lágrimas y divisé a un gato gris y hambriento que miraba mi comida en
la otra acera. Sonreí sin querer.
-Gato-susurré mordiéndome el
labio para hacer una llave de judo al corazón,- la curiosidad no te va a matar,
va a ser el amor.
"La curiosidad no te va a matar, va a ser el amor." Me ha encantado.
ResponderEliminarGracias, jo.
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